Por UGT Ibercaja
26 de noviembre de 2019
El debate sobre registro de jornada en Ibercaja tuvo su inicio el pasado martes con la presentación de una guía sobre su implantación. Se descarta pues desde la empresa, cualquier proceso de negociación para adaptar el acuerdo sectorial a la realidad de nuestra empresa. Lo que no se debe descartar es que, sin este periodo de negociación, el registro de jornada pueda ser un fiasco.
Lo que debería ser un proceso sencillo, que la herramienta registrase automáticamente la hora de entrada y de salida del trabajo, se ha convertido en una pelea en el barro al empeñarse la patronal (no solo la nuestra) en introducir en el debate cuestiones, si bien relevantes, presentadas con argumentos poco realistas.
Más allá de otras cuestiones a analizar, mencionaremos hoy dos que ejemplifican este llamativo empeño en complicar lo sencillo.
El tiempo del bocadillo es uno de ellos. Puede que en algún sitio (una cadena de montaje, por ejemplo) está consideración tenga alguna relevancia, pero en nuestra empresa nos parece una cuestión banal y abrir un debate sobre ella un desatino, cuando históricamente ha sido una cuestión pacífica. La realidad es que no suele haber abusos en su uso y su coste para la empresa es cero, ya que nadie ajeno a la oficina o al departamento viene a sacar nuestra faena mientras apuramos un café.
Suena extraño que se incida en esta cuestión en la guía que se propone, especificando que ese tiempo debe ser descontado por el empleado a la hora de calcular su tiempo de trabajo efectivo y a la vez que se afirma que no va a haber una fiscalización de ese derecho al descanso.
¿En qué quedamos? ¿Se pone o no se pone? ¿Cuánto se pone, los 15 minutos de tiempo máximo y entonces habrá que salir a la carrera del puesto de trabajo y volver en un largo sprint? ¿Será a partir de ahora el Coffe Work más Work que Coffe o le cambiaran el cartel por el de Speed Coffe?
En nuestra opinión debería quedar todo como está. No avoquemos a la gente a mentir. Avanzar en un control sobre este descanso (solo mencionarlo es ya un gran paso en ese sentido) va a crear nuevos conflictos entre los equipos de trabajo.
¿A quién le colgarían el marrón de controlar eso en una oficina o departamento? ¿Controlarían a todo el mundo por igual? De verdad, mejor no hacernos daño.
Y si el embudo se muestra por el lado más cerrado para recordarnos nuestro tiempo de descanso matinal, dándole la vuelta veremos el curioso criterio para analizar las prolongaciones de jornada o las reuniones de por la tarde.
Bueno, pues según nos comentaron estar en la oficina más allá de las tres, no significa estar trabajando e ir a una reunión a la que eres “invitado” por tu jefe de zona es una decisión plenamente voluntaria y que seguramente no tendrá consecuencia alguna para ti no asistir.
La realidad es otra y quedarse un rato más en la oficina, aunque solo sea para analizar cómo van las cosas es trabajo e ir a una charla formativa por la tarde es trabajo, voluntario si se quiere, pero trabajo y así debe ser considerado y registrado para no comprometer a nadie ante una posible sanción de la autoridad laboral.
Y en esto también tenemos una opinión: registremos el trabajo con la mayor precisión posible, analicemos lo que ocurre y empecemos a corregir tanto las cargas de trabajo de algunos colectivos que prolongan jornada de manera permanente, como aquellos vicios que nos hacen pasar más tiempo del estrictamente necesario en el trabajo, ya sea en la oficina o en el departamento o en una tediosa reunión.
Todo lo demás, será hacernos trampas en el solitario.