Entrada en el blog «Valor Sindical» de Pepe Álvarez.
Nuestra estrategia está clara. Hemos firmado un Acuerdo a tres bandas con el Gobierno y la patronal con la intención de iniciar un verdadero Diálogo Social. Un Diálogo en el que se discutan los retos de este país que todos tenemos en mente.
La crisis motivada por el COVID-19 nos ha puesto a prueba y de ella puedo decir que los sindicatos hemos cumplido con nuestra obligaciones sobradamente. Por una parte, los ciudadanos y ciudadanas de este país han advertido la importancia de sindicatos fuertes en este país, tanto a nivel político como de empresa.
A nivel de empresa, porque por la clase trabajadora ha podido comprobar que en aquellas empresas en las que la presencia sindical era fuerte sus derechos y expectativas obtienen un mucha mayor salvaguarda que aquellos en los que todo queda a la negociación individual. La afirmación anterior es realmente elemental pero ha debido pasar una crisis de la envergadura de la provocada por el COVID-19 para que personas trabajadoras de muy diversas categorías constatarán que solas frente a la empresa son débiles, y que juntas agrupadas bajo el cobijo de un sindicato de clase tienen más oportunidades y fuerza.
A nivel político, porque no han sido sino los sindicatos de clase los impulsores de toda una red de protección y mantenimiento de empresas y empleo, así como los promotores de una legislación social sin precedentes.
Y ¿ahora qué? Los sindicatos de clase han demostrado no solo no estar pasados de moda sino su profunda utilidad para la sociedad y la inmensa mayoría a la que representan pero no nos podemos quedar parados, hinchados por una autosatisfacción que no nos conduce a nada.
Nuestra estrategia está clara. Hemos firmado un Acuerdo a tres bandas con el Gobierno y la patronal con la intención de iniciar un verdadero Diálogo Social. Un Diálogo en el que se discutan los retos de este país que todos tenemos en mente (mejores servicios públicos, reforzamiento de los sectores estratégicos, economía verde, aumento del empleo de calidad, I+D+i como realidades y no palabras vacías, etc.). Los sindicatos tenemos mucho que decir en este aspecto. Hemos aportado proyectos e ideas cuajadas de realismo pero orientadas a soluciones distintas a las que el capitalismo dominante quiere poner siempre en juego –austeridad, bajada de salarios, restricción del Estado del Bienestar- para continuar crisis tras crisis hasta desmontar los restos de una sociedad solidaria en aras de un globalización salvaje y un gobierno de las grandes corporaciones.
En el juego político, el tablero es universal. Por ello, aunque es insuficiente, las resoluciones de la Confederación Europea de Sindicatos, exigiendo una salida sin perdedores ni castigados a la crisis, son tan importantes.
Pero no podemos olvidar el ámbito tradicional del sindicato. Allí donde reside su verdadera fuerza: el centro de trabajo y la empresa. Los sindicatos de clase, sus cuadros y afiliados, hemos demostrado nuestra generosidad y utilidad. Pero es en las elecciones sindicales y la afiliación donde tenemos que validar esta posición. La clase trabajadora debe ser consciente más que nunca, dada la entidad de los desafíos, que solo sindicatos de clases fuertes e independientes de todo poder político, lo que no significa carentes de ideología, son capaces de que las decisiones que se tomen vayan a nivel de empresa y político sean los más acordes a sus intereses. Para ello, el sindicato debe estar más presente que nunca en el centro de trabajo, liderando las iniciativas necesarias, escuchando las reclamaciones, siendo la referencia y escudo de las personas trabajadoras de este país.