iberTinder

Goza de bastante popularidad una aplicación llamada Tinder, a la que recurren aquellas personas deseosas de conocer gente y entablar relaciones afectivas de mayor o menor intensidad, por describirlo finamente. Los usuarios generan un atractivo perfil y bucean en la amplia oferta en busca de personas afines a sus intereses, a quiénes se lo hacen saber con una especie de guiño digital. Si hay interés mutuo, la aplicación les animará a generar una cita. Igual hasta acaban firmando una hipoteca en Ibercaja.

En alguna territorial también se nos está animando a la generación de citas, ya no con un filtro previo, si no a dispararle a todo lo que se menee, cual desesperado predador de madrugada en la discoteca, a punto de que la pista de baile se vacíe y se enciendan las luces.

Importa poco la calidad del trabajo, solo importa el número. La estadística se supone que obrará el milagro y al multiplicar hasta el infinito las citas veremos un aumento sustancial de los resultados positivos, algo que ya nos acerca más el telemarketing salvaje de la compañía telefónica low cost que a una gestión comercial algo meditada. La sabiduría popular ya trabaja en su supervivencia y la búsqueda de la solución que permita salir bien en la foto y seguir trabajando de forma eficiente.

El soporte fiscalizador de toda esta actividad lo da la Agenda Comercial, instrumento farragoso y complejo que, con sus virtudes y defectos, empieza a parecerse más al cuñado pesado al que hay que hacer algo de caso que a una herramienta útil.

Hay que recordar que dicha agenda en ningún caso puede utilizarse para un control de la actividad, ya que no está ni negociado ni aceptado por la representación legal de la plantilla. Por tanto, el uso de la Agenda Comercial que se haga por parte del usuario debería ser tan privado como su correo electrónico institucional y en ningún caso debería tener una puerta trasera por la que el Gran Hermano pase su precioso tiempo alcahueteando para generar más problemas que soluciones.

De elaborar y publicar listas de gente con sus citas ya ni hablamos, un delito flagrante que pensábamos ya erradicado en nuestra empresa.

Por cierto, está muy bien el toque de humor tragicómico para animarnos mutuamente y bienvenido sea siempre para poner de relieve los problemas de la plantilla, pero sin una actividad sindical seria y contundente detrás, solo nos narcotiza.

Así que cualquier amenaza de sanción, traslado, cambio de funciones, etc. en base a lo anterior, deberías ponerlo en conocimiento de tu sección sindical, no lo dudes.

Vender al que lo necesite, lo que necesite y cuando lo necesite.