ERE, Los Problemas Crecen

El desarrollo del ERE sigue el curso que todo el mundo intuía. Que el grado de aceptación sea superior a cualquier expectativa en la red y no se llegue a completar en la Central no es una noticia, suele ser un hecho en cada proceso.

Con las últimas cifras nos encontramos con un problema previsible: en todas las territoriales hay un exceso de demanda sobre las plazas a amortizar, sin duda la mejor de las noticias. El propio acuerdo prevé algunas soluciones en previsión de una situación como la que tenemos ahora. Pero como ocurre siempre que se negocia a toda prisa en un par de días lo que se ha estado dilatando durante semanas, no todo está previsto. En concreto, hay un nivel de preferencia o prelación entre los distintos colectivos a la hora de establecer qué grupo sale, qué grupo debe esperar y qué grupo ya debe olvidarse de poder salir. Pero el acuerdo solo contempla esa preferencia como “grupo” y no desciende a ordenar cada miembro dentro del grupo. Por ejemplo, los nacidos entre el año 58 y el 64 como colectivo están antes que otros, pero nadie ha establecido, dentro de ese colectivo, en qué orden se asignan las plazas dentro de ese colectivo, si no puede atenderse en su totalidad. La solución pues, no está en el acuerdo, no se trata de interpretar nada, sino de negociar una solución, clara, transparente y lo más justa posible. Y en ese proceso deberíamos participar todos.

Algún resumen del contenido de la reunión que circula por el WhatsApp (la política de comunicación de los sindicatos que están gestionando o racionando la información da para otra circular) alude a la “filosofía” del acuerdo, término absolutamente voluble e inconcreto como punto de partida de alguna solución. Pero si de filosofía estamos hablando convendría recordar que este era para nuestro CEO el ERE de la voluntariedad. Pues bien, no parece que encaje mucho que, habiendo un exceso de voluntarios, nos encontráramos con unas decenas de involuntarios que por algún capricho de alguien tuvieran que ser despedidos por no poder asumir un traslado. Cuestión que hemos manifestado durante toda la negociación y que ha sido el principal motivo para que la UGT no haya firmado este ERE.

Así que apunten un primer principio filosófico para buscar una solución: tal y como recoge el acuerdo, gestión del cierre de oficinas y asignación de los excedentes de estos centros sin que se provoque salidas por movilidad geográfica. Ese es el primer paso para minimizar los daños del propio ERE y de quiénes han expresado su deseo de salir.

Un segundo principio más humanitario que filosófico: acaben con la inquietud de la gente lo antes posible. Que haga falta un año y medio para gestionar un proceso así solo pasa en Ibercaja, cualquiera que tenga un colega en entidades financieras que han tenido procesos de magnitud similar lo sabe.

Y un tercer y último principio filosófico: no jueguen con la gente. La creación de unas expectativas que ahora se pueden ver frustradas merece que al menos se reconozca la existencia del problema, se evidencie el esfuerzo de todas las partes por minimizar su impacto (y en esto la red parece que tiene mucho que decir) y que exista la máxima transparencia en la adopción de soluciones. Todos recordamos el bochornoso caso del anterior ERE en el que en el último momento un importante responsable de un sindicato firmante salió de la empresa asignándose una de las últimas plazas disponibles sin más criterio aparente que su firma del propio ERE. Hay un precedente, no lo convirtamos en una costumbre, por filosofía e higiene.